POLINESIOMANÍA: Análisis del hallazgo arqueológico del waka en Nueva Zelanda: la prueba de la maestría polinesia en la navegación del Océano Pacífico./POLYNESIAN MANIA: Analysis of the archaeological discovery of waka in New Zealand: proof of Polynesian mastery in Pacific Ocean navigation
Sean bienvenidos amantes de la historia y de la arqueología del Océano Pacífico a esta nueva entrega de análisis de noticias arqueológicas, una vez dicho esto pónganse cómodos que empezamos porque el saber es poder.
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El término catamarán es de origen indio y se le denomina kattumatumaran, surgió con la dinastía chola en el siglo V d.c. Después se irá extendiendo por el resto del Océano Pacífico. Y serán muy utilizados por los pueblos austronesios también conocidos como polinesios. Esta noticia arqueológica tiene lugar en Nueva Zelanda también conocida en lengua maorí como Aotearoa y que ellos mismos denominan a estas embarcaciones Waka y el idioma rapa nui Vaka. Dicho hallazgo se descubrió de forma casi accidental o casi fortuita tras unas fuertes lluvias invernales, dos pescadores, el padre que se llama Vicent Dix y su hijo Nikau, se lo encontraron de pura casualidad, además iban a reutilizar dicha madera que se encontraron en la playa, para su vida cotidiana. Pero algo insólito les llamó la atención o les impresionó, ya que dichos restos arqueológicos en particular la de la madera no era nada común hasta ese momento.
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Dichas maderas presentaban o mostraban pequeñas incisiones o agujeros y sus formas no parecen naturales, sino que estaban hechas por la mano del hombre. Tras una segunda tormenta apareció una pieza claramente reconocible de Waka, ya que pertenecía a la parte decorativa en particular del catamarán. Se encontraron más de 450 fragmentos de madera, fibras tejidas, obsidiana y fragmentos de cuerdas trenzadas que correspondían a la embarcación, todo esto se realizó gracias a un encuentro fortuito. El hallazgo reveló fragmentos que podrían haber formado parte del velamen de estos catamaranes con forma de pinza de cangrejo para una mayor aprovechamiento del viento. Este hallazgo era algo que estaban buscando durante años los expertos de cómo se construían y equipaban las embarcaciones los navegantes polinesios quienes exploraron y colonizaron el Océano Pacífico muchísimo antes de la llegada de los europeos generando una gran red comercial y una gran conexión brutal a día de hoy olvidada. O si se me permite la palabra eclipsada por Europa y Occidente por ejemplo Roma, Grecia, Asia menor y a día de hoy por la moda de china, corea y Japón. Dentro del yacimiento arqueológico, en lo que conforma el registro arqueológico aparte de la obsidiana, también hay conchas marinas talladas y elementos decorativos que podrían indicar el origen y la influencia cultural detrás de esta construcción del Waka. Todavía no se sabe exactamente la antigüedad o la cronología de dicha embarcación, pero un análisis y futuras investigaciones e intervenciones podrán delimitar una cronología de la embarcación lo cual podrá reescribir la historia de Nueva Zelanda y dar una nueva visión del cómo los polinesios surcaron un océano que se lo conocían como la palma de su mano.
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Para sorpresa de todos para los maoríes estos restos, no solo son un resto arqueológico, sino también son un profundo arraigo cultural y emocional, ya que está vinculado o ligado a las lenguas tradicionales descritas por ellos, sus ancestros y de cómo llegaron a estas islas hacia el siglo XIII y XV d. aprox . Para los maoríes sus ancestros llegaron desde una isla que se llama Hawaiki, en dicho hallazgo participaron la comunidad local porque ha sido algo muy fundamental para su estudio, ya que además proporcionaron apoyo logístico, ya que participaron activamente en la excavación y preservación de los objetos. Además, el Ministerio de Cultura y Patrimonio de Nueva Zelanda ha abierto formalmente un período para que se registren reclamaciones sobre la propiedad del waka bajo la Ley de Objetos Protegidos, un procedimiento habitual cuando se encuentran objetos culturales de este calibre. Para los habitantes de Rēkohu Wharekauri Chatham Island, el waka representa una conexión directa con su pasado, una pieza física y tangible que cuenta la historia de sus ancestros y que podría transformar para siempre nuestra comprensión sobre cómo las antiguas civilizaciones navegaban y comerciaban en las vastas extensiones oceánicas de la Polinesia.
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Conclusión: A modo de conclusión o para finalizar el descubrimiento de este waka en Nueva Zelanda es mucho más que un simple hallazgo arqueológico es historia, cultura, pasado. No estamos hablando únicamente de trozos de madera o de fibras vegetales trenzadas por el tiempo caprichosamente, se han conservado bajo la arena y las tormentas. Lo que salió a la luz tras aquellas lluvias invernales es, en realidad, un testimonio material de algo que durante siglos los pueblos polinesios ya habían narrado en sus cantos, en sus genealogías y en sus relatos orales: que ellos fueron exploradores excepcionales, capaces de leer el océano como quien lee un libro abierto.
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La embarcación denominada Waka, en lengua maorí, con sus decoraciones sus fibras sus fragmentos del velamen ya mencionado anteriormente con forma de pinzas de cangrejo para aprovechar las corrientes marítimas y las incisiones en la madera nos recuerda que la historia de la de la navegación no surgió en Europa como tradicionalmente se ha estado planteando en los viejos manuales y repitiéndose como un mandala. Si no que surgió en el Océano Pacífico como una necesidad porque tenían que recorrer más distancias y además tenían que ir de isla en isla. A diferencia del Mediterráneo pues fue necesario pero un poco más tardíamente en el tiempo 7000 a.c y el pacifico empezó hace 50 a 60.000 años. Por lo cual allí en el Océano Pacífico se desarrollaron técnicas de navegación a esto se le denomina o se le conoce como el arte de la navegación, fueron mucho más sofisticadas no solo es que tuvieran mapas mentales, sino que además tenían un mapa como opondré en el anexo de imágenes para que ustedes vean cómo se guiaban con este mapa en particular aparte de eso, utilizaban el mapa celestial por eso para mí los consideraría como los fenicios del Océano Pacífico. Y además esto era algo de su vida diaria, era el día a día para ellos.
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Que este hallazgo arqueológico haya sido un hallazgo fortuito desde la mirada curiosa de dos pescadores, padre e hijo, que se detuvieron ante unas maderas que no parecían corrientes. Además esto añade una dimensión profundamente humana a la historia del océano pacífico. No fueron grandes instituciones ni costosas expediciones quienes dieron con el waka, sino la sensibilidad y la intuición de personas comunes que, sin proponérselo, se convirtieron en guardianes de un legado milenario. Eso también nos dice mucho: la arqueología, en ocasiones, no avanza únicamente desde los laboratorios, gabinetes o las universidades, sino también desde la participación activa de las comunidades locales que reconocen el valor de su propio pasado.
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Para los maoríes, estos restos no son solo objetos arqueológicos. Son una extensión de sus ancestros, un vínculo vivo con los catamaranes que los trajeron a Aotearoa y que marcaron el inicio de su historia en estas tierras. La comunidad maorí ha participado en dicha excavación arqueológica y también en su conservación de los restos hallados ya mencionados anteriormente esas 450 piezas que se encontraron en el yacimiento arqueológico en la playa, ya que no lo hacen exclusivamente por un interés científico sino también por una conexión espiritual emocional ancestral y una vinculación directamente ligada con sus lenguas que aún siguen vivas, son conscientes de que cada trozo de madera cuerda concha es una esencia histórica ancestral también se incluiría a la técnica y todo esto está ligado a sus relatos como una memoria colectiva viva y que ha sobrevivido incluso a las colonizaciones europeas con esa zarpa de expropiaciones de sus tierras, sus recursos y el veneno de la evangelización y daño que todavía perdura, hasta nuestro presente.
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Este waka no es únicamente una madera fosilizada: es identidad, cultura. Los polinesios surcaron el Océano Pacífico con una gran destreza muchísimo antes de los europeos, a los polinesios se les ha considerado hasta hace más bien poco como algo inferior y todavía no se les da un papel importante a nivel mundial y están todavía muy eclipsados por Roma, Grecia , Egipto el mundo mediterráneo, el mundo americano colonial y sobre todo lo que más vende es el mundo colonial que es lo que yo intento y criticar en estas publicaciones de que se le dé voz y voto, respeto y admiración a las culturas del Océano Pacífico y que no se las considere como un mero lugar estético o exótico paradisíaco y turístico son mucho más que eso. Además todavía se suele repetir como un mandala, que el Océano Pacífico antes de la llegada de los europeos y de su colonización. Era un lugar inconexo e incivilizado como algo inferior y además todavía hay ciertos matices en este sentido que deben ser erradicados y que con la arqueología se demuestra que estas personas de estas culturas estaban mucho más sofisticadas de lo que se tenía planteado en un principio hay que reescribir la historia no desde Occidente sino desde el Océano Pacífico con sus voces como protagonistas, de una historia distorsionada por la mano colonial.
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A partir de ahora, la historia de Nueva Zelanda, y en general la historia del Océano Pacífico, ya no podrá contarse de la misma manera. Lo que hasta hace poco eran tradiciones orales o reconstrucciones etnográficas adquiere ahora un soporte material que respalda esas voces antiguas. Un soporte que, además, nos obliga a replantearnos los prejuicios y el eurocentrismo, occidentalismo con que muchas veces se ha narrado la historia marítima mundial. Este waka, silencioso, pero elocuente, grita desde sus maderas desgastadas que el Océano Pacífico fue,y sigue siendo, un océano lleno de caminos, y no un vacío como se plasma en los mapas europeos.
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Al fin y al cabo, lo más valioso de este hallazgo arqueológico no es solo lo que nos dice sobre sus técnicas de construcciones navales o sobre la cronología de los viajes polinesios. Lo más importante es que esto le devuelve protagonismo a quienes lo merecen: a los navegantes, artesanos, pescadores y comunidades que hicieron del océano su hogar y que se le fue arrebatado con las zarpas de los demonios europeos. Esto reivindica su ingenio, su espiritualidad y su derecho a ser recordados no como pueblos “primitivos”, sino como auténticos maestros del mar y con un gran legado.
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Quizás lo que más nos deja este waka no sea una lección de arqueología, sino una invitación a escuchar de nuevo al océano y a sus pueblos. Una invitación a reconocer que, en sus canoas y catamaranes, viajaba no solo gente, sino también cultura, memoria, futuro y conocimientos. Y que aún hoy, cada vez que el mar rompe contra las costas de Aotearoa, resuena la voz y el eco de aquellos que lo surcaron con valentía, sabiduría y un profundo respeto por la naturaleza.
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Este descubrimiento nos recuerda, en definitiva, que la historia no se escribe únicamente desde los centros de poder ni desde los archivos europeos, sino también desde los restos que emergen en las playas, desde la memoria de las comunidades y desde la fuerza inquebrantable de quienes nunca dejaron de ver en el océano como una autopista infinita. El waka hallado en Nueva Zelanda es, por tanto, un símbolo de resistencia cultural, de identidad maorí, de grandeza polinesia y de la capacidad humana de desafiar las fronteras del mar. Y quizás, sobre todo, es un recordatorio de que aún queda mucho por aprender si somos capaces de mirar la historia no con ojos coloniales, sino con ojos abiertos, atentos y humildes ante lo que otros pueblos ya sabían mucho antes que nosotros llegáramos a sus costas como intrusos.
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Espero que os haya gustado esta publicación y nos vemos en próximas publicaciones. Que paséis un agradable verano o le queda de él y os deseo una muy buena semana. Hasta la próxima.
Anexo fotos:
Figura 1.
Algunas partes del waka han sido recuperadas del yacimiento, y se espera encontrar fragmentos de mayor tamaño. Foto: Manatū Taonga |
Figura 2.
El yacimiento arqueológico en las islas Chatham. Fotos: Manatū Taonga / Christian Pérez |
Figura 3.
Los restos de una canoa tallada podrían ser el hallazgo más importante de su tipo, según un arqueólogo de Nueva Zelanda. Ilustración artística de un waka. Foto: Dall-e/Christian Pérez / Manatū Taonga |
Figura 4.
Las cartas más sencillas se llamaban Mattang y se usaban como material escolar para enseñar a los futuros navegantes. Solían abarcar sólo unas pocas islas cercanas entre si |
Enlace fotos:
https://www.muyinteresante.com/historia/hallazgo-waka-islas-chatham-cambia-historia-polinesios.html
https://fronterasblog.com/2019/07/01/las-fascinantes-cartas-nauticas-de-ramas-de-las-islas-marshall
Noticia utilizada:
https://www.muyinteresante.com/historia/hallazgo-waka-islas-chatham-cambia-historia-polinesios.html
Recomendaciones de vistas, periódicos, artículos, libros y voces de Nueva Zelanda:
Journal of Pacific Archaeology: https://pacificarchaeology.org/index.php/journal
Archaeology in New Zealand: https://nzarchaeology.org/publications/archaeology-in-new-zealand-ainz
Pacific Colonisation and Canoe Performance: Experiments in the Science of Sailing: https://thepolynesiansociety.org/jps/index.php/JPS/issue/view/JPS%20Vol%20124%2C%20No%203%20%282015%29
A Review of Archaeological Māori Canoes (Waka) Reveals Changes in Sailing Technology and Maritime Communications in Aotearoa/New Zealand, AD 1300-1800: https://pacificarchaeology.org/index.php/journal/article/view/235
Academia. edu: https://www.academia.edu
Dialnet: https://dialnet.unirioja.es
Researsh gate : https://www.researchgate.net/login
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